Al principio estábamos un poco asustados, porque nunca habíamos ido a un museo y siempre nos decían que en un museo NO SE PUEDE HABLAR NI TOCAR...¡qué rollo! pensó alguno...
Pero cuando llegamos allí vimos que no era un museo común. Al principio nos quedamos un poco impresionados por el tamaño del museo: ¡Parecíamos hormiguitas! Pero en seguida, los guías nos demostraron que los museos pueden ser muy divertidos.
Para romper el hielo, nos invitaron a pasar por una misteriosa puerta que nos llevó a una inmensa sala. Dicha sala estaba a oscuras, iluminada por infinidad de estrellas colocadas en techos y paredes.
Teníamos que estar muy atentos porque esas estrellas se juntaban mucho y formaban imágenes. Así que nada más verlas teníamos que salir corriendo a tocarlas. Si, si, habéis leído bien: ¡Podíamos correr por el museo! y lo más importante : ¡TOCAR!
Una vez roto el hielo, pasamos a otra sala donde vimos unos cuadros. pero no eran unos cuadros comunes, eran cuadros hechos con el ordenador y en los que si prestábamos atención podíamos ver cómo se movía la imagen e iban apareciendo cosas nuevas.
A continuación llegó el momento más emocionante del día. Tras relatarnos el cuento de "Pulgarcito", debíamos convertirnos por unos instantes en Pulgarcitos. Teníamos que atravesar una sala OSCURA agarraditos a una cuerda e ir escuchando distintos sonidos de la naturaleza. Al principio alguno tenía miedo, pero poco a poco, pensamos en Pulgarcito y lo valiente que él había sido y fuimos pasando. La experiencia fue muy gratificante.
Para finalizar la excursión, realizamos un pequeño taller de identificación de sonidos que activó nuestro lado más artístico y capacidad creativa.
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